Ana
El café estaba casi vacío cuando Ethan llegó, con el cabello húmedo por la llovizna que seguía cayendo en la ciudad. Ana sintió un latido en la sien, un pulso que no era de miedo, sino de alerta, un instinto que había aprendido a escuchar tras años de perseguir secretos que la habían dejado sin hogar, sin familia, sin nada… excepto esta causa.
Ethan se sentó, su chaqueta aún goteando, y su mirada se posó en Mara con una mezcla de temor y curiosidad. Ana pudo ver cómo intentaba mantener la calma, pero sus ojos lo traicionaban, temblando con cada palabra que se pronunciaba.
Mientras Mara hablaba sobre los portales y los guardianes, las palabras parecían resonar en cada rincón del café, entre el sonido de las tazas que chocaban suavemente en la barra y el zumbido de la cafetera. Ana observó cómo la luz tenue resaltaba los símbolos del espejo que Mara había traído, un espejo que Ana había visto en sueños incluso antes de conocer su existencia, un espejo que había destruido vidas y se