La verdad oculta en la sombra
La noche había caído como un manto pesado sobre la vieja mansión Umbra. El silencio reinaba absoluto, pero no era un silencio común; era uno que oprimía el pecho y hacía que cada pequeño ruido, cada crujido lejano, pareciera un presagio de algo terrible. El aire se sentía denso, cargado de una energía oscura que no permitía ni un instante de tranquilidad. Mientras Ana y Ethan parecían perderse en sus propios pensamientos, yo mantenía la guardia alta, vigilando cada sombra, cada reflejo, cada susurro que pudiera revelarnos una amenaza oculta.
Habíamos avanzado poco en ese mundo distorsionado del espejo, pero el peligro se sentía más cerca con cada paso que dábamos. Había algo en esa casa antigua, en ese espejo maldito, que me erizaba la piel de una manera que no podía explicar. No era solo un objeto; era un enigma viviente, un guardián silencioso de secretos oscuros que nadie debía descubrir.
—Ana —comencé con voz firme, intentando romper el silencio que