Sofía
Aún no he recuperado el aliento cuando la veo.
No necesita anunciar su presencia. Ella ocupa el espacio.
Una ola roja sangre corta la multitud.
Cada paso que da resuena como una bofetada.
Camina como si el mundo fuera una alfombra desplegada para sus tacones.
Alta. Elegante. Sublime.
Su cabello negro, recogido en un moño a la vez deshecho y cuidadosamente estudiado, deja al descubierto la delicada nuca que Elio, quizás, besó alguna vez. Su espalda desnuda brilla bajo las crueles luces del salón.
Avanza con la arrogancia glacial de las mujeres que saben que son deseadas.
Y yo la miro como se observa una amenaza.
Los murmullos se propagan como chispas.
— Giulia Morelli.
El nombre resuena, desliza, se repite en labios ávidos.
— La ex.
— La única que realmente amó.
Estas palabras me golpean como flechas.
Mi espalda permanece recta, pero por dentro… un rugido. Una bestia lista para saltar.
Ella ni siquiera me mira.
Para ella, soy un accesorio. Un error. Un paréntesis.
Solo ve a Elio.