ANDROMACA
Huyó de ese lugar tomando asiento con el corazón acelerado y avergonzada.
Me pillo infraganti observándolo.
Me vuelvo loca porque no se cómo mirarlo ahora a la cara y tomó mi posición inicial soltando el aire contenido por su mirada tan fría..
Me vuelvo un tomate y trato de cerrar mis ojos, intentando dormir, olvidar el mal momento de mi abuela, recordar duele y no tener a nadie que me abrace me hace sentir peor, pero los gemidos de la mujer aumentan torturándome más, sacudo mi mente porque deseo saber qué es lo que la hace gozar de esa manera, no parece que fingiera, su rostro me decía que le gusta y mucho..
Los ruidos después de media hora cesan, y por fin puedo cerrar mis ojos con la calma que llega, quiero dormir, despertar y creer que todo ha sido un maldito sueño, la realidad me golpea cuando no sé por cuanto tiempo he dormido, pero me sobresalto cuando siento que me tiran agua en mi rostro.
Abro los ojos cuando una sombra se cierne sobre mi rostro y me pongo chiquita cuando esa mirada gris me perfora.
—Hemos llegado.
Limpio mi rostro mirándolo mal, y me levanto estirándome un poco, dormí en mala posición y el cuello me duele un poco, tomo el retrato encaminándome a la salida, percatandome de la presencia de una mujer que le hecho un vistazo a la rubia con la cual había tenido sexo el rubio descubriendo que es la azafata «típico» ella le guiña el ojo al que se supone que es mi esposo y bajo del avión haciendo caso omiso al sentimiento de asco, un auto negro nos espera donde me abren la puerta para que suba..
El griego lo hace también, y se sienta conmigo en la parte trasera del auto, me siento tan minúscula a su lado y juego con mis dedos mientras el retrato de la abuela yace en mis piernas.
Se escucha sexi cuando habla en su idioma y quisiera disfrutar de la vista de este maravilloso país, pero si fuerte voz me pone a temblar.
—Escúchame bien —me dice —la puta de tu hermana era una completa desgraciada—no lo miró no después de lo que vi —así que debes adoptar su personalidad mezquina, engreída, presumida y orgullosa de tu hermana.
—Yo no soy así—me asusto
—Ya lo sé—dice con hastió imitando mi tono mimado —es por eso que te doy las indicaciones de como debes comportarte en esta reunión.
—Pero es que no..
Como lo haré, no se actuar y mucho menos de esa manera, cuando mi personalidad es tan diferente.
—Estoy casado con la perra de tu hermana, es lo único que debes saber, en la noche iremos a una reunión muy importante para mi y espero no lo arruines porque de eso depende muchas cosas..
Iré a la cárcel por suplantación de personalidad, es en lo único que debo pensar.
–No entiendo Stavros—me atrevo a mirarlo pero su frialdad me aterra —no quiero ir, no se comportarme así, soy sencilla yo no..
—No te pregunto —destila odio cuando me mira, cuando me habla, no me siento bien con su aura cargada de maldad hacia mi —y más te vale que no lo arruines porque ya sabes lo que sucede.
—No me amenaces con lo mismo idiota —solo es que mencione a mi abuela para que se me salga el mal genio.
—No me des motivos.
—Somos muy diferentes Stavros, nunca podría aparentar ser Artemisa..
—Haste a la idea de que eres ella—toma mentón con fiereza «me hace daño» lo observo y me quedo sin aliento por su cercanía —a partir de ahora eres Artemisa, Artemisa —reitera —serás una perra por completo, altiva, sarcástica, irónica y sensual.
Trago con dificultad, soy mas introvertida, no podré hacerlo Dios.
—No tengo ese trastorno de personalidad—se que mi hermana puede ser muy bipolar.
—Pues adquiérela —aprieta más, se me seca la boca cuando recorre mi rostro por completo perdiéndose en mis ojos más de lo debido.
—¿Cómo pudiste enamorarte y casarte con alguien así?
—Créeme —me suelta con brusquedad, con asco—aún me lo pregunto y esto se queda conmigo—toma mi retrato.
—No, no por favor es mío—intento quitárselo, pero aprieta fuerte mi pierna paralizándome—por favor devuélvemelo—vuelvo a llorar con el dolor que me provoca su mano.
—Nadie puede ver esta maldita foto y no me expondré por tu maldito sentimentalismo—afloja el agarre—usa esto.
—¿Que es? —pregunto tomando la cajita en mis manos.
—Lentes de contacto —me dice—Artemisa tiene los ojos verdes y los tuyos son azules, nada debe verse mal.
Llegamos a su casa, que resulta ser una mansión la mas grande que he visto en mi vida, no puedo detallarla porque me arrastra hasta una habitación en la segunda planta que me arroja sin delicadeza.
—Tienes dos horas para arreglarte, vendrán ayudarte y usaras el atuendo que yo te envíe.
—Stavros—intento razonar con el—no soy mi hermana, nunca podre suplantarla, actuar como ella es difícil cuando se cree la diosa del mundo, yo..
—Tu te crees una perdedora —me dice vilmente—una fracasada que no puede llamar la atención de un hombre..
—Se que no soy atractiva, tampoco me esmero por serlo, me siento bien conmigo misma y tampoco busco aceptación de nadie y mucho menos la tuya, si no quieres que te deje mal delante de tu gente, es mejor que me quede aquí.
—¿Tienes algún impedimento neurológico o que Andrómaca?—su eufemismo me desarma y mas cuando sus dedos se entierran en mis mejillas —te quiero lista en dos malditas horas, ya sabes que me gusta la puntualidad, no me hagas enojar o esperar porque te ira muy mal, mi paciencia tiene un limite y tu maldito rostro ya es un problema que me cuesta controlar..
Me suelta y retrocedo por la fuerza de su acción.
—¿El señor pide algo más?
—No vuelvas a expiarme cuando este cogiendo—siento que el piso se me mueve.
—¿Por qué? —me atrevo a preguntar esperando una de sus malas palabras
—Eso me pone y mucho.