ANDROMACA
Me vuelvo un manojo de nervios cuando todo el mundo posa su mirada en nosotros, la mano en mi espalda baja del griego respaldándome no me ayuda y que me empuje para que camine ingresando al salón con la mirada de todos me pone a flaquear mis piernas.
—No me dejes sola por favor—las lágrimas amenazan con salir debido al miedo, esto no me gusta, no soy persona que a menudo le guste socializar, escasamente asistía a las reuniones del estado y cuando era de suma importancia, mucho menos estoy acostumbrada que las miradas estén posadas en mi llamando tanto la atencion.
—Más te vale que todo el mundo se crea que eres Artemisa..
Respiro profundo con su amenaza y levanto mi mentón luciendo como una completa perra, «como debería, pero no soy» no sé cómo actuar de esa forma pero me esmero para no hacer enojar al rubio de ojos grices, no es común sus ojos, tienen un destello verde que los hacen únicos..
Pero la frialdad y su odio me estremece, no estoy acostumbrada al odio de las personas, soy tan sola que no doy tiempo para que me odien o amen, no me siento cómoda, con la forma en que muchos hombres me observan, mi atuendo es un vestido manga larga de color rojo con un escote pronunciado hasta mi obligó en la parte delantera, no me permite utilizar sostén evidenciando las protuberancias que empujan debido al frío y el constante calor que siento cuando el rubio no aparta su mano de mi espalda.
No me gusta este atuendo que grita puta y mucho menos la sensación que despierta la cercanía de este maldito insensible.
—Concéntrate —me dice cuando un hombre se acerca con una mujer que aparenta ser su esposa—siempre has tenido roses con esos dos..
Me informa ¿y como se supone que debo actuar con ellos? ¿como debo tomar sus palabras cuando la información es tan poca? y tenemos a los susodicho que nisiquiera se sus nombres.
—Stravros —efusivo saluda el señor mientras me tenso con la mirada que me destila la esposa, mosa o lo que sea la señora —pensé que no vendrías.
—Es importante definir esta reunión —lo saluda a él y ella, agradezco que no me presente, supongo que como no me llevó bien, hablarles no será un problema.
—¿Estas enferma querida? —habla la señora y siento la mirada de Stravros quemarme.
—¿Porque la pregunta?—inquiere el rubio salvandome por el momento.
—Querido tu mujer siempre habla hasta por los codos llamando la atención de todos.
—No necesito llamar la atención querida —respondo —cuando mi sola presencia me hace brillar con naturalidad.
Espero sonar firme..
—Diamantes —se refiere a la joya que rodea mi cuello.
—Oro—me refiero a su pulsera y el rubio levanta su ceja poniéndome nerviosa y pierdo el valor de hace minutos..
—Es una joya muy bonita.
Dice el señor cuando la Stravros rodea mi cintura pegando me a él, moriré desintegrada por su calor.
—A cada joya se le da el valor que se merece, no soy cualquier como tampoco merezco baratijas que no me hacen brillar.
El rubio sonríe y con eso se enfrasca en una conversación con el hombre que dura muy poco, mientras mis ojos intentan no desviarse tanto hacia el hombre que bebe y no me quieta la mirada de encima.
¿Será que me conoce? mejor dicho, conoce a Artemisa.
Pero no quiero exponerme a preguntarle al rubio, su reacción me da miedo y prefiero esperar como avanza la noche..
—Nada mal—rechazo la copa que me ofrece y me mira con dureza —tómala.
—No me gusta beber —me escuso, pero nada le importa, siempre se impone.
—Si yo digo que aúlles—me dice con sus facciones duras —¿Sabes que harás? —los ojos me pican —aúllas porque así lo digo yo—me obliga a tomar la copa de champaña—y si quiero que bebas alcohol, lo haces tragándote tota la maldita botella.
Parpadeo para no llorar, no sirve de nada y tampoco quiero llamar la atencion o hacerme la mártir.
—¿Eras así de imponente con mi hermana? —llevo la copa a mis labios, pero bebo muy poco, no me gusta en lo absoluto—siempre todo a la fuerza, obligando hacer las cosas.
—No te importa el como era con tu hermana—su voz se oscurece—preocúpate mejor el como me comportare contigo, porque todo depende ti..
—¿Amiga? —«maldita sea» ¿ahora esta rubia quien será? —amiga volviste—observo aterrada a Stravros que fulmina a la mujer que me abraza, no se ni como proceder ante su efusiva cercanía, no se ni su nombre Dios, ¿que voy hacer?
—Acacia—dice el griego fríamente.
—Stravros—ella utiliza el mismo tono congelado y me quedo estática sin saber que decir —¿será que puedo hablar con mi amiga?
—No, no puedes—brama apretando mi brazo— así que largo que me fastidia tu perfume de zorra barata.
—Barata no—le dice la mujer—costosa, de las mejores y tu lo sabes muy bien porque de ahí descubriste esta joya preciosa.
«perfecto, ahora soy prostituta también»
Dios estoy tan perdida, no sé de qué hablan, no se mi hermana de donde conoce a esta mujer, porque Stravros la trata tan mal, y porque ese hombre continua con su mirada en mi
—No sé porque nos repugnas—la chica joven se acerca a el a tocarle el rostro y el toma su muñeca— cuando antes no salías de Burlesque.
—Eso no te importa puta —desdeña—sigue con tu maldito trabajo y busca una billetera a la cual desangrar y no te acerques a mi esposa—se escucha posesivo y mas cuando me toma de la cintura—largo acacia..
—Maldito ogro asqueroso—le dice—búscame porque tenemos mucho de que hablar Artmis—toma mi mano que tiembla y me observa con tristeza—me gustaba más tu cabello negro resaltaba tu mirada verde.
—Solo quería cambiar un poco—cohibida respondo..
—Te queda precioso de todas formas—me da un beso en la mejilla, mientras Stravros rueda los ojos y gruñe—ya me voy animal—le dice ella—y deja de gruñir como perro herido que no te temo—le dice—y no se que le has hecho a Artmis para tenerla así temblando—no hables mas por favor, por favor, le suplico con la mirada—el no te controla amiga ¿que sucede?
—Las cosas cambiaron —toma su mano fuerte y temo por lo que pueda hacerle—así que largo porque hare que te saquen y no tengas como pagar ese vestido alquilado—acacia lo observa mal—largo—reitera furioso.
—Llámame—me dice antes de irse y asiento sin mirar al griego que luce mas endemoniado que antes..
—No te quiero cerca de esa mujer—decreta con su rostro lleno de ira, la mujer logro sacarlo de sus casillas y no seria mala idea conocer por medio de ella algunos secretos del griego, no puedo quedarme quieta mientras el me tiene en sus manos y yo no tengo como darle la pelea—ni de ninguna de tus flamantes amigas..
—No se quien es, como podría hablar con ella
—Te buscara estoy seguro—toma mi brazo y me sacude—y pobre de ti donde se te vaya a la lengua.
—Suéltame—quiero llorar, siento que la situación me sobrepasa y lo que menos quiero es llevarle la contaria—me haces daño por favor—es brusco cuando toma mi brazo
—Señor Sarris—llama un mesero nuestra atencion—el juego ya esta preparado—el asiente—lo esperan.
Culmina el chico para sentir como tira de mí, camina demasiado rápido y no puedo seguirle el paso y temo caer, sigue tirando y no quiero observar a las perosnas que encontramos en el camino, de todas formas aqui las mujeres parecen de maniqui, de coleccion, llegamos a la mesa y mi tensión aumenta cuando el hombre de ojos miel sigue observándome y desgraciadamente esta frente a mi..
Tres hombres con sus respectivas mujeres nos acompañan, reuniendo a 10 personas contando al croupier que lidera la mesa de póker.
Siendo este mi juego favorito, la mano de Stravros se posa en mi pierna donde el vestido tiene una abertura que no se notaba por lo suelto de la tela pero que ahora estando sentada deja a su alcance mi piel.
—Artemisa—trago con dificultad cuando ese hombre me habla y no se quien rayos es—tan hermosa como quiere.
Observo al griego que bebe de su wiski en las rocas y oculto el malestar cuando presiona mi pierna.
—Gracias—la voz me sale temblorosa cuando hablo.
¿Quién es el? ¿Mi hermana en que estaba metida Dios mío? De todas formas intento no mirarlo aunque siento lo insistente que es al observarme y la tensión que se forma cuando el griego sostiene su mirada.
—¿Acostumbras a mirar a mujeres ajenas?—ruge el griego y palidezco con la mirada de las mujeres que acompañan a los demás caballeros en la mesa.