Salgo de la oficina acompañada de mi amor después de haber tenido una buena sesión de sexo en la oficina. Cuando salgo, veo a la perra de su secretaria y le dedico una sonrisa triunfante.
- Hasta luego, señor Federico.
- Hasta luego - entramos al ascensor y él me arrincona contra la pared mientras me besa apasionadamente.
- Veo que estamos muy calientes hoy - acaricio su pecho mientras muerdo su labio inferior.
- Eso pasa cuando llevas meses sin tocar a tu mujer - besa mi cuello mientras acaricia mis piernas, pero el ascensor se abre.
- ¿Por qué no vamos a casa, hacemos el amor toda la tarde y luego vamos por Samuel a casa de mi madre? - muerde mi lóbulo de la oreja, haciendo que todo mi cuerpo se active.
- Que sea rápido - Federico maneja rápidamente hasta la casa y, al llegar, nos besamos desenfrenadamente, despojándonos de nuestra ropa en el camino hasta llegar a la habitación. Él me tira en la cama y luego me quita el sostén, seguido de mis bragas.
- Eres hermosa - besa mi entrepie