Me despierto al sentir un fuerte golpe que proviene de la parte baja de la casa. Sin pensarlo, salgo de la cama y corro escaleras abajo. Me encuentro a Mariano con la mano llena de sangre.
- ¡Por Dios! ¿Qué pasó?
- Nada, no pasó nada.
Cuando veo el piso, me doy cuenta de que reventó la copa de vidrio con su mano. Voy al baño, saco el botiquín y le digo:
- Pásame tu mano, hay que curar eso.
Mariano me pasa la mano y mira cada cosa que hago.
- ¿Por qué estás siendo buena conmigo?
- Porque no soy una mala persona. Más bien dime, ¿por qué hiciste esto? - Mariano se tensa y me hace mirarlo a los ojos.
- ¿Te divertiste con tu amorcito?
¡Él vio a Fede! Dios, siento cómo la sangre abandona mi cara.
- Tú... ¿qué dices?
- Esta mañana, mis hombres me informaron de la entrada de ese hombre a la casa y cuando lo vi bien, me di cuenta de que era Federico. Dime, Olivia, ¿te divertiste anoche?
Toma con fuerza mi brazo, haciendo que suelte un grito de dolor.
- ¡Basta, me lastimas!
- ¿Qué quieres? ¿Quie