Emilia Morgan
El auto frenó justo frente a la entrada principal del colegio. Era un edificio discreto, privado, escondido en uno de los barrios más seguros de la ciudad. Lo elegimos por eso: discreción, seguridad, anonimato. Porque nadie supondría que el hijo de un ex-FBI y la heredera de la mafia negra cruzaría esas puertas cada mañana.
Luego de adoptar legalmente a Liam, junto a Nick decidimos que lo mejor era cambiarlo de preescolar. A un lugar más seguro, dónde nadie pudiera llegar a el.
O eso al menos creía.
Bajé con mis gafas oscuras, con el abrigo negro ajustado y el pulso tranquilo. Tan falso como el aire que respiraba.
Una mujer de recepción me vio entrar y sonrió.
—Señora Morgan… pensé que ya se lo habían llevado.
Mi cuerpo se detuvo antes que mis pasos.
—¿Qué dijiste?
La sonrisa en su rostro se desvaneció.
—Un hombre vino hace unos veinte minutos. Presentó documentación. Dijo que era el tío legal de Liam. Lo reconoció, y Liam… se fue con él.
Mis dedos se apretaron sobre el