Al día siguiente por la noche, Marianne se encontraba en su habitación, ese día las clases habían sido extenuantes, Adrien ordenaba que se le exigiera cada vez más a la chica, más tarde llamaron a su puerta, al abrir se encontró con Donson quién se le quedó viendo con el rostro serio.
—Vas a salir esta noche —dijo el hombre a manera de orden— apresúrate, y ponte esto.
Le entregó una caja, Marianne la abrió y vio que dentro había un vestido negro, entallado, era de tela brillante, y con un escote llamativo, también había un collar de diamantes y unos tacones de aguja.
Marianne quiso protestar, pero algo en la mirada de Donson se lo impidió, había visto esa mirada en hombres que habían matado sin tocarse el corazón.
Donson se dió la vuelta y se marchó sin decir nada más, Marianne se apresuró a vestirse.
Cuando salió, un auto blindado la esperaba, al abrir la puerta vio que el Lobo ya estaba dentro, vistiendo como siempre un impecable traje negro y corbata del mismo tono., llevaba puesto