Ambos se quedaron anclados, mirándose fijamente, sin creerlo.
Aura nunca creyó que encontraría al verdadero padre de Berenice.
Alexein nunca creyó que la chica de aquella noche y Aura, su novia, la mujer que amaba, fueran la misma persona.
¿Qué tan indescifrable podría llegar a ser el destino?.
La castaña bajó los ojos y los clavó en la fina pulsera de oro puro con pequeñas incrustaciones de diamantes que tenía entre sus dedos.
Anteriormente había sido uno de los primeros ostentosos collares que Fernando le había regalado, tratando de ganarse su confianza, antes de que ella lo destruyera y lo convirtiera en aquella pieza delicada y más de su estilo.
Había sido su primer obra en aquel cautiverio. Su primer acto de revelación contra su agresor y verdugo.
Después destruyó todas las demás, o al menos todas las que le parecieron de moderado valor, pues las más finas y costosas, las guardó para usarlas en su huida.
Nunca creyó que volvería a encontrarla de nuevo, no después de haberla extra