Fernando abrió los ojos lentamente.
Una luz blanca y enceguecedora lastimó sus ojos, obligándole a cerrar sus párpados de golpe.
Un horrible dolor atacó de repente su cabeza y las náuseas no se hicieron esperar.
Un pitido incesante y sin variantes comenzó a taladrarle los oídos, mientras el olor a desinfectante, alcohol y otros cuantos que no pudo descifrar se colaron por sus fosas nasales.
Un torrente de imágenes difusas se colaron en su mente, aumentando su jaqueca, por lo que no pudo evitar que un quejido escapara de sus labios.
Quiso llevar su mano para presionarla, pero algo se lo impedía.
Algo frío y duro se aferraba a su muñeca, impidiendole moverla a voluntad. La movió de nuevo y el nítido tintineo de cadenas, se hizo eco en el lugar.
Y entonces aquellas imágenes se volvieron más nítidas y todo comenzó a tornarse más claro en su cabeza.
La pelea con Mariana, su huida, la policía llegando al lugar y Arturo... Arturo alzando su arma hacia él y traicionandolo.
Una súbita rabia le