La sala estaba sumida en un silencio sepulcral, en el que hasta el sonido del aleteo de un insecto era audible.
Lágrimas calientes y silenciosas resbalaban por las mejillas de los presentes, con diferentes sentimientos entrelazandose en cada corazón.
Aura miraba a Bastian con un nudo en la garganta.
Le dolía... Le dolía saber que sus abuelos se habían amado tanto y que la maldita ambición y la más oscura obsesión, los habían condenado a aquel jodido infierno.
Dorian se puso en pie, mientras sus pies lo dirigían a la ventana... La misma historia se repetía... Él había repetido la misma historia de su padre... Dafne también... ¿Acaso era una condena en aquella familia?.
- Nunca más supe de Odelette... Hasta el día que regresé.- Bastian rompió el denso silencio, llamando la atención de todos nuevamente.
- ¿Y tú tía?, ¿Tú que tienes que decir al respecto?.- Aura miró a Casandra con los ojos rojos, hinchados y húmedos, esperando una respuesta.
Si bien se sentía decepcionada, podía comprend