La brisa soplaba con pereza, meciendo cada árbol que adornaba la mansión, con olor a hastío, dolor y pérdida.
La mañana se encontraba fría y el cielo nublado amenazaba con una nueva tormenta de nieve, cubriendo con su manto gris y opaco todo lo que alcanzaba a tocar.
A pesar de todas las objeciones, Aura no había podido ganar aquella batalla y había tenido que aceptar la decisión de su abuelo.
El ambiente estaba cargado de demasiados sentimientos contradictorios, porque eso había sido Giacomo de Luca siempre: una constante contradicción. Un estira y afloja al que Aura no pudo acostumbrarse.
- ¿Estás segura de esto cariño?.- Alexein preguntó, mientras se sentaba junto a ella.
- Sí... Esto es lo mejor.- La castaña susurró con voz cansina, cómo si sus cuerdas vocales hubiesen olvidado como hablar sin dolor.
Miró hacia el féretro que se encontraba en medio de la sala y una pizca de amargura y dolor marcaron su rostro.
Quizá su padre no había sido el mejor, pero, seguía siendo su padre y a