104. Lo más maravilloso del mundo
—Alexander, estoy bien.
Aunque hacía esfuerzos por tranquilizar a Alexander, resultaba completamente inútil. Desde hace unos días, sabíamos que íbamos a ser padres, lo que provocó que Alexander adoptara una actitud extremadamente protectora. Desde encontrar numerosas excusas para quedarse en mi oficina trabajando, hasta hacer comida saludable preguntándome si me apetecía, hasta amenazar a Michael con no estresarme o enfrentar las consecuencias.
Durante una semana, Alexander se convirtió en una sanguijuela, en el sentido más literal. Era muy lindo, se preocupaba y quería cuidarme. Habíamos planeado como decirles a los niños así que iríamos ese sábado al parque favorito de ellos. Nos encontrábamos en los últimos días del verano y deseábamos sacarle el máximo provecho ya que Alexander aun se acostumbraba a estar completamente con ellos.
El sol resplandecía con fuerza y la brisa fresca incitaba a aprovechar un día ideal para disfrutar. Mientras íbamos caminando, Alexander, a mi lado con