108. Me enamoré más
El delicioso olor del pollo a la parrilla hacía que mi estómago brincara de la emoción. Actualmente nos encontrábamos en la casa de la madre de Alexander para pasar la Navidad en Engadin, una región de Suiza. Por sorprendente que pareciera, estaba acondicionada para nosotros, aunque debía admitir que Margaret adoraba a sus nietos.
Los trillizos ya habían cumplido su primer año, donde Alexander casi se desmaya. ¿Por qué? Los niños le hicieron una travesura jugando a las escondidas mientras yo averiguaba todo lo de la fiesta. La forma en que me contactó, a punto de llorar, resultó muy tierna. Me encontraba preparando unas tortillas para los niños para cenar, los cuales eran entretenidos por Alexander en el piso de arriba.
El caos que se escuchaba en el techo, de diminutos pies corriendo en el piso de madera, significaba que muy probablemente estaba jugando a las atrapadas en el cuarto de juegos. Comenzaba a preparar la mesa notando a Cookie recostado en el suelo, mirándome preparar l