107. Ahora bajame
—Papi ¡cárgame papi! ¡Se mi caballo!
Notaba a los niños intentar atrapar a Alexander que estaba vestido de Santa Claus. Esa mañana ya habíamos abierto los obsequios, por lo que los pequeños rebosaban de energía. Las preciosas luces resplandecían en el árbol navideño, Cookie brincaba de un lugar a otro mientras nuestros hijos mayores corrían detrás de su Alexander.
Estaba sentada junto a Grace, junto con mis traviesos pequeños a mi lado en el suelo. —Vamos princesa, tu puedes. —Levantaba mis manos.
La dulzura que irradiaba Grace tenía el poder de ablandar a cualquiera. Ella trataba de dar sus primeros pasos, se balanceaba y se desplomaba varias veces después de esforzarse por conservar su estabilidad. Sus ojos se llenaron ligeramente de lágrimas cuando la sostuve para que no cayera al suelo dándole un suave beso en su mejilla.
—Pronto lo lograrás, no te preocupes, pequeña.
Como si pudiera oírme, la escuché dando un leve puchero. La graciosa expresión en su rostro me hizo reír, ya que