Capítulo LXXIV
Maximiliano
Llego a Luminara Jewelers, me bajo del auto y observo el edificio. Sus ventanales reflejan la luz del sol de la mañana, y la entrada elegante me recuerda por qué este lugar es uno de los negocios más prestigiosos de la ciudad.
Camino hacia la entrada; el guardia me saluda y le devuelvo el saludo con una sonrisa cordial.
Sigo mi camino hasta llegar a recepción. La recepcionista me saluda con una amable sonrisa.
—Hola, buenos días, ¿en qué puedo ayudarlo? —pregunta.
—Buenos días. Vengo a ver a Sebastián Vega —respondo.
Asiente con un leve movimiento de cabeza.
—Permítame un momento, por favor.
La recepcionista toma el interfono y marca a la asistente de Sebastián.
Cuelga y me mira.
—Piso doce —me informa con una sonrisa—. Al salir del elevador va a caminar derecho, luego girará a la derecha; ahí encontrará la presidencia.
—Gracias —le sonrío de vuelta.
Me dirijo al elevador.
Me apoyo ligeramente en la pared mientras espero que el elevador llegue. Siento un leve