Capítulo XXXVIII
Maximiliano
Me dejo caer en la silla, paso la mano sobre el escritorio y mis dedos rozan el borde del documento recién firmado. La tinta aún brilla; la huella de su derrota es reciente.
Sonrío apenas. Todo salió como debía.
Fernando pensó que podía engañarme, que podía quedarse con ella y mirarme después como si nada. Idiota. Firmó sin leer, creyendo que firmaba un papel cualquiera; no supo que estaba escribiendo su caída.
Camino hasta el ventanal. La ciudad sigue moviéndose allá abajo, ajena a lo que pasó aquí arriba.
—Te metiste con la persona equivocada, Fernando —susurro—. Eso no se perdona.
Fernando perdió todo… por haberme traicionado de la peor manera. Meterse con Camila fue su sentencia. No era solo una mujer. Era mi mujer. Y él lo sabía.
Aprieto los puños; con solo pensar en ella, en su nombre en su boca, se me enciende la sangre.
Fernando cree que todo terminó. No tiene idea de lo que viene después. Yo no destruyo rápido. Yo desmantelo, pieza por pieza, hast