Capítulo XXXIV
Maximiliano
Estoy en la oficina revisando unos documentos cuando suena el teléfono. Al ver la pantalla, aparece el nombre: tía Fátima. Suspiro con fastidio.
—¿Qué pasó, tía?
—¡¿Cómo se te ocurre hacerle eso a mi hijo?! —me grita furiosa.
—Él se lo buscó. Jamás debió traicionarme. Hice lo que debía para sacarlo de la empresa de mi padre.
—Tenerle una trampa —su voz vibra de rabia contenida—. Hacerlo firmar unos papeles donde figure como culpable de malversar fondos… y luego usar eso para chantajearlo.
Suspiro irritado.
—¡Fernando se metió con Camila! ¡Fue su amante desde quien sabe cuándo!
—¡Mentira! —exclama mi tía, golpeando algo con fuerza—. ¡Fernando nunca te traicionaría de esa manera! Nunca se metió con Camila; esas fotos son mentiras, un montaje.
—¡No me hables de mentiras! —le grito—. ¡Las fotos no mienten! Están muy claras —mi voz retumba en la oficina, y el silencio que sigue es espeso. Aprieto el teléfono contra el oído, como si con eso pudiera hacerla entende