Capítulo 72 – La mujer que no cayó

Clarisse había llevado a Céline de regreso a casa casi a la fuerza. Desde el momento en que la encontró en el muelle, supo que su hija no estaba simplemente triste. Estaba quebrada, desconectada de todo lo que la rodeaba. No hablaba. No lloraba. No reaccionaba.

La ayudó a quitarse el abrigo, a cambiarse de ropa, a recostarse. Le preparó una infusión, pero Céline no bebió más que un sorbo. Se limitaba a mirar el techo, como si allí hubiera una grieta capaz de explicarle lo que acababa de perder.

Clarisse no era una madre blanda. Nunca lo había sido. Había criado a Céline para liderar, para resistir, para nunca suplicar. Pero verla así —vacía, muda, como si la hubieran deshabitado por dentro— le quebró una parte que creía invulnerable.

Sin preguntar, buscó en su bolso y sacó un frasco. Le dio un tranquilizante. Céline no protestó. Solo cerró los ojos.

Mientras ella dormía, Clarisse subió a la planta alta a ver a sus nietos. Yvania tenía una muñeca entre los brazos, pero no la peinaba co
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