El salón estaba en silencio cuando Céline entró. No porque no hubiera ruido: había pasos, hojas pasando, murmullos bajos de abogados . Pero para ella, todo eso se borró en cuanto lo vio.
Kilian.
Esposado, sentado al fondo, demacrado. Con el cabello más corto, sin su elegancia habitual, sin su apellido en la solapa. No la miró. O tal vez sí, pero no como antes. Ya no había pertenencia. Solo el reflejo de lo que fueron.
Matthias estaba con ella, a unos pasos de distancia. No dijo nada. No tenía que hacerlo. Su presencia era suficiente. Leona le indicó con la mirada dónde sentarse. Céline asintió y respiró hondo.
La jueza era una mujer de rostro severo y mirada analítica. No había espacio para dramatismos en su sala. Solo hechos. Solo verdad.
La primera parte del juicio se centró en las declaraciones. Primero habló el fiscal, exponiendo de manera resumida las acusaciones: fraude, desaparición simulada, manipulación financiera, abandono familiar y suplantación de identidad. Lueg