—Entonces, si entendí bien, ¿quieres que no me toque desde ahora hasta que tengamos nuestro momento sexual? —me interrumpió.
—Nuestro momento de amor.
—Ok. —Sonreí—. Entonces me pides no hacer nada para conectar mejor…
Pues... —puse mis manos en la cabeza para pensar—.
No prometo, pero voy a tratar.
—¿Cuándo fue la última vez que te diste placer, Aurora?
—Oye, está bien tener secretos entre los dos.
—No, y menos ese tipo de secretos…
Además, estoy seguro de que esa última vez fue pensando en mí —dijo con una sonrisa confiada mientras tomaba su copa de vino. De pronto, sospechosamente, se lo regó encima—.
M****a, estoy hecho un desastre hoy.
Se quitó la camisa, y ese momento, en mi cabeza, pasó en cámara lenta.
Ver a Dante sin camisa siempre será un milagro de la vida.
«Un pensamiento tonto se cruzó por mi mente: imaginé un domingo en la tarde, mientras él ve televisión y yo pinto sus tatuajes con marcadores».
Volviendo a la realidad, lo vi volver a sentarse sin camisa.
—