Capítulo 18.1
Al día siguiente, Dante empezó a hablarme desde temprano.

Parecía de mejor ánimo, más liviano, incluso feliz. Sentí que estaba preparado para preguntas más personales.

Mientras trabajaba, abrí un documento en Word para organizar las preguntas.

«Estaba emocionada y nerviosa a la vez, imaginando cómo sería ese “examen” que tanto nos habíamos prometido hacer».

Pero no alcancé a escribir mucho: el padre de Dante entró a la oficina.

—Señor Salvatore, ¿qué hace aquí? —pregunté, levantándome de inmediato—.

A¿Necesita algo? ¿Puedo ayudarlo en algo?

Se veía terrible. Devastado. Sentí que algo muy malo había pasado.

—Tengo que estar en una reunión en dos horas, ya que no están ninguno de mis hijos.

—¿Pero Renzo no está en su oficina? —pregunté.

Solo había hablado con Emilia esa mañana.

—Tenía que viajar esta semana por un negocio.

Solo retrasó su vuelo por mí —dijo con molestia contenida—.

Vine porque Emilia mencionó que tú tenías los papeles del contrato con los griegos.

Tambié
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