Capítulo 31. De nuevo a casa.
La mañana en la mansión Wilson era fría y no había amanecido del todo. Apenas eran las siete. Yo estaba en la habitación de mamá, ayudando a Elsa, la enfermera, a darle un masaje en las piernas. Ella estaba tan pálida después del shock de ver al tío de Lucas anoche.
Y entonces, sin un toque a la puerta, sin una sola advertencia, entró Nora. Parecía un témpano de hielo delirante.
—Tienen que irse ahora mismo de la mansión —espetó, y ni siquiera me miró a mí primero. Fue como si nos odiara a las dos por igual.
Me enderecé y puse mi mejor cara de "no estoy asustada".
—¿Qué sucede, señora Wilson? —pregunté.
—Es por la seguridad de todos —dijo, con esa voz que te hacía sentir inferior—. Tengo un penthouse en Malibú. Es lo suficientemente grande. Allí estarán cómodas, y así podré estar pendiente de ti y de tu embarazo.
El plan era obvio: Nora no me quería cerca de Lucas, y menos cerca del tío John. Quería encerrarme de nuevo, pero con paredes nuevas.
Mamá, que es más valiente de lo que pare