EMMA
El día ha llegado. Hoy empezamos a poner en marcha el plan para atrapar a Tomás.
El nudo en mi estómago no me deja respirar con normalidad. Me muevo de un lado a otro en la habitación, incapaz de quedarme quieta.
Cada minuto que pasa siento que el reloj juega en nuestra contra. Luna está dormida en la cuna improvisada junto a mi cama, ajena al caos que vive en mi mente.
Él va a exponerse. Va a caminar directo hacia el peligro. Y lo peor de todo es que yo lo dejé hacerlo.
Tomo aire y lo suelto lentamente, tratando de calmarme, pero mis pensamientos no dejan de girar en círculos. Samuel no ha hablado conmigo desde la discusión de ayer.
Su mirada distante y llena de juicio me persigue. Cada vez que recuerdo sus palabras, me pregunto si he tomado la decisión correcta al darle a Damián una oportunidad de redimirse.
«¿De verdad lo has perdonado?», había dicho Samuel, y esa pregunta me sigue torturando.
¿Lo he perdonado? No lo sé. Pero lo que ses que el miedo de perderlo me c