Desperté en cuanto la luz entró por la ventana. El me mantenía abrazada, el aire del ventilador nos rozaba. Me levanté lentamente, cubrí mi desnudez con una bata y lo miré. Dormía profundamente. Sereno, cómodo. No podía creerlo todavía, estaba por fin conmigo y me amaba como yo a él.
Fui a la cocina y preparé su desayuno, tenía pacientes desde temprano, me había admitido en la noche. Le tosté pan e hice café con leche y chocolate, freí huevos y justo entonces apareció, recién bañado, con la misma ropa que el día anterior.
-Deberías tener una muda de ropa aquí.-Le dije colocando un tenedor en su plato, él se acercó, besé mi cabello y se sentó.
-Esperemos a la otra semana.
-¿Por qué? ¿Qué ocurriría la próxima semana?-M