La paga

No sólo Doris notaba lo feliz que estaba, los doctores, las enfermeras, aseadoras, el fiscal y el locutor de la radio. Era como si un aire nuevo entrara en mis pulmones, me hiciera sonreír, sonrojar, cantar y caminar con una agilidad que ya había olvidado.

Hubiese querido olvidarme de Lucy para siempre pero a diferencia de Gary ella seguía ahí, en un documento que decía que yo le pertenecía. Sin embargo y no se sí por la buena paga, Hernán propuso nuevas estrategias que me harían libre en varios meses.

Los días pasaban lentecito, ella al principio me esperaba en el cuarto, luego apoyada en el sofá y ya ahora en la cocina, su cuerpo cambiaba a mi favor, sus senos se redondeaban, sus caderas se ensanchaban y tanto sus mejillas como sus glúteos se engordaban. Su familia y amigos iban y venían, siempre la protegían y si se podía cenábamos tod

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