Jefe déspota.
Maximiliano no dejaba de observar disimuladamente a Isabella, apreciando cada uno de sus gestos y como trataba de buscar posturas cómodas para Emiliano, incluso cuando sentía que él no estaba pendiente la veía acariciar su cabellera y sus manos, y cuando no, lo olía como si disfrutara del aroma que posee el cuerpo del niño.
Durante media hora él no hizo nada más, incluso fingió que iba a realizar cosas fuera del despacho para poder darle espacio a que ella pudiera ser más suelta con el pequeño.
Toc, toc.
Sonaron dos toques en la puerta del despacho.
—Pase— permitió Maximiliano suponiendo que era una de la recepcionista a la que ordenó subirle un café.
Pero se trataba de Oliver que en cuanto llegó acudió a buscar a Isabella trayendo consigo una lonchera que desde fuera se podía oler el delicioso desayuno que estaba dentro.
Puesto que de camino a la empresa se tomó el tiempo para comprarle especialmente un desayuno a Isabella teniendo claro que por la rapidez con la que le pidió estar e