Marcela.
Caminaba junto a Oliver por el costado de las murallas, con la vista fija en el camino de tierra y el pensamiento en la misión. Nuestro paso era tranquilo, pero la tensión subyacente en el aire nos recordaba que eso no era un simple paseo. Podía saltarnos un enemigo en cualquier momento, por lo que estábamos alerta.
Observé el muro frente a nosotros y solté un suspiro, creí haber visto una puerta por ese costado. Me equivoqué y toqué el cemento sin hueco.
—No hay otra forma de entrar por aquí —dije, evaluando la altura—. Tendremos que saltar si queremos sorprenderlos de este lado justo como quiere Kael.
Oliver se detuvo y me miró con una media sonrisa.
—Creo que se puede romper también —murmuró, pensativo. Tocó el muro—. Y tampoco es que sea muy alto.
—Te digo, saltar es la mejor opción que tenemos —repetí, cruzada de brazos.
—Eres más pequeña que yo —proclamó, casi en un tono burlón.
¿Se estaba burlando de mí? Aunque recién me di cuenta de lo alto que era Oliver compar