Celeste.
Estaba caminando tranquilamente por el pueblo, hasta que vi a Nolan venir hacia mí con una enorme sonrisa.
Trataba de evitarlo desde la última vez, no quería meterme en problemas con Kael, y era incómodo hablar con él porque se insinuaba en cada oración.
—¡Celeste! Mi reina, ¿qué tal estás? —preguntó, dándome un abrazo rápido que me hizo parpadear—. Kael le ha dicho a toda la manada que eres capaz de controlar su maldición. ¿Es por eso que te cuida tanto de mí?
Alzó una ceja y colocó ambas manos en su cintura. No pensé que Kael sería tan rápido en compartir la noticia con la manada entera…
Con razón todos me veían sorprendidos.
—Todavía no sabemos cómo funciona —dije—. No es que sea parte de mi poder.
—¿Tampoco están destinados? —inquirió, frunciendo el ceño.
Negué.
—Creo que no.
Me encogí de hombros. La coleta de Nolan le daba ese toque de elegancia, y sus enormes bíceps le daban cierto atractivo.
—Entonces… —Se acercó con delicadeza a mí—. ¿Estás disponible?
La