C93 - Los Barut...
Por otra parte, mientras Gabriel estaba con una crisis en el hospital, su hermano menor andaba como mariposa libre buscando a la mujer que le gustaba. Él no podía evitarlo. La extrañaba. Así que, esa misma tarde, mientras la crisis de la mujer perdida surgía en el hospital, él se plantó frente a la puerta de Penélope, su corazón latiendo con fuerza. Cuando ella abrió, la atrajo hacia él, sus labios chocando en un beso apasionado. La química entre ellos era innegable.
— ¿Qué haces? ¿Qué sucede? — preguntó en silencio, pero obviamente él no comprendería.
— Eres hermosa. Me he vuelto adicto a ti — dijo, deteniéndose unos segundos para admirarla —. No puedo parar, Penélope. No puedo hacerlo.
Entonces, volvió a besarla, y de allí pasó al cuello, sus manos acariciando sus pechos redondos y perfectos, su piel blanca, su cabello como el fuego. Ella era candente, atrevida y santa. Todo en uno.
Se lanzaron a la cama, dejándose llevar por el momento. Las caricias eran urgentes, los susurros de Ga