92. ¡Retrocede, Damián!
Rowan se había acercado a la imponente mesa del consejo, sus pequeños ojos fascinados por el fulgor frío del emblema de plata que descansaba en el centro. Su manita se alzó con una timidez infantil para rozar el metal brillante, pero antes de que sus dedos pudieran tocarlo, Damián giró la cabeza con una violencia sorprendente.
— ¡No! — rugió haciendo que su voz resonara por todo el salón — no lo toques, vas a quemarte, es plata.
Un silencio denso cayó sobre el consejo. La agresividad repentina del Alfa, heló la sangre de los presentes. Isolde se puso de pie de inmediato sin entender cómo podía tratar así a su hijo y más en público.
— Damián... solo estaba mirando, no iba a tocar nada.
Pero los ojos de Damián ya no reflejaban la calidez habitual. Algo en su interior se había fracturado. Se habían oscurecido hasta convertirse en pozos profundos, encendidos por un brillo ámbar primario que delataba la furia de su lobo, pero también… algo más oscuro, algo profundamente desequilibrado.
— E