27. No voy a tomarte así.
Damian no apartó la vista de ella mientras su cuerpo aún temblaba. Su pecho subía y bajaba con cada respiración entrecortada, sus labios entreabiertos e hinchados exhalaban gemidos, sus muslos aún tensos por el orgasmo que acababa de arrancarle. De hacerle tener. De provocarle él.
Porque era suya.
Esa imagen, esa visión de ella perdida en el placer que le había dado, era la prueba de que no importaban sus palabras, ni su resistencia, ni sus excusas. Su cuerpo le decía la verdad y lo cierto es que no podía negarse a él. Y aunque no entendía por qué huía, estaba seguro de que lo acabaría descubriendo.
Lentamente, deslizó su lengua una última vez sobre su sexo, saboreándola, prolongando el estremecimiento que aún recorría su cuerpo.
—Siempre intentas huir de esto… —murmuró contra su piel antes de apartarse y elevar la mirada buscándola—. Pero cuando te toco y reaccionas así… cuando me llamas así… no puedes negar la verdad, Abigail.
Ella todavía jadeaba, pero algo en sus ojos se encendió