109. Alexander Shorak.
Al alba, la Gran Sala del Consejo bullía de inquietud. Betas y ancianos ocupaban sus asientos, intercambiando miradas tensas mientras Alexander, impecable y con una estudiada compostura, se alzaba junto al estrado.
— Hermanos Betas, ancianos… Hoy vengo ante todos vosotros para exigir, una vez más, que me dejéis purgar los pecados de nuestro Alfa. Es imperativo que la manada recupere su fortaleza — exigió Alexander.
En ese instante, la pesada puerta del salón se abrió de golpe e Isolde irrumpió en la sala, con el pergamino enrollado apretado contra su pecho. Rowan y Raven la seguían de cerca, sus presencias imponentes como las de dos guardianes inquebrantables.
— ¡Detened esto! — clamó Isolde, su voz firme y resonante — ¡No permitiré vuestra farsa!
Todos volvieron la mirada, sorprendidos. Algunos no podían creer el crecimiento acelerado que había tenido Rowan en los últimos días; ahora lucía como un adolescente de unos quince años.
Alexander frunció el ceño, su expresión una mezcl