108. El linaje de los ojos de Luna.
Raven estaba seguro de que ese santuario escondía algo más que la simple apertura a la presencia de Rowan. Un lugar tan antiguo y poderoso debía contener secretos, y el hecho de que Alexander pareciera conocerlo lo suficiente como para escapar indicaba una conexión previa y profunda.
Se acercó a la grieta por la que Alexander había huido y acarició la pared rocosa, dejando escapar de sí esa bruma oscura que dominaba. Sin un sonido, como si la propia piedra respondiera a su toque sombrío, una extraña puerta se materializó en la pared. No era una abertura tallada, sino una ondulación en la roca que se definió hasta formar un portal oscuro y brillante a la vez.
Rowan y Raven se miraron, un entendimiento tácito pasando entre ellos. Sin dudarlo, se adentraron en el corazón de aquel santuario, descendiendo por unas escaleras de piedra que parecían cobrar vida con una luz tenue a medida que avanzaban. No era la luz directa del sol o de una antorcha, sino una luminiscencia suave, como el bril