Capítulo 28. Revelando la verdad
La noche había caído sobre Buenos Aires como un velo espeso, cargado de secretos. En la mansión Montenegro, el ambiente era denso y un silencio expectante reinaba en los pasillos, apenas roto por el eco de pasos firmes.
Rebecca se detuvo al pie de la escalera principal, su corazón latía con fuerza. Esa tarde, Edgardo había ordenado reforzar la seguridad en torno a ella, sin consultarla, sin darle una explicación; y aunque parte de ella lo entendía, sentía que estaba invadiendo su privacidad.
—¿Qué es esto? —preguntó con frialdad, al verlo bajar desde su despacho con esa figura imponente, enfundada en un traje negro que contrastaba con la tensión que arrastraba consigo.
—Protección —dijo él sin rodeos—. Tu “padre” volvió, y no solo eso; también intentó ingresar al casino de La Boca con documentación falsa. Mis hombres lo detuvieron antes de que llegara a la sala principal.
Rebecca apretó los puños. Había jurado no volver a pensar en él luego de su encuentro con Hernán, pero par