Capítulo 44. Jaque bajo fuego silencioso
El reloj marcaba las tres de la madrugada cuando Teresa terminó de romper su copa contra la pared del hotel. El vidrio estalló en un eco metálico que no la alivió. Elías la observaba desde el sillón con los ojos entrecerrados y la mandíbula tensa.
—¿Querías caos? Ya lo tenemos, pero ahora se nos volvió en contra.
Teresa giró hacia él como una fiera.
—Yo no quería que salieran vivos. ¡El plan era claro!
—Y fallaste, como fallamos los dos —le respondió con frialdad—. Ahora no podemos permitirnos ni una grieta más. Edgardo nos está cazando.
Ella se dejó caer en la cama de espaldas, tapándose el rostro.
—¿Qué propones?
—Cortar las rutas de dinero, atacar desde adentro. Tenemos aliados dentro de sus empresas, lo debilitamos, y a ella… —Elías hizo una pausa, y sus ojos brillaron de odio—, la destruimos psicológicamente.
Teresa no respondió enseguida, estaba demasiado agotada para discutir, pero no lo suficiente como para ceder.
—Muy bien —dijo por fin—. Entonces, que empiec