Una y un mujeriego durmiendo en una misma cama. Pero ¿Cómo es posible? Valery Lennox se ve obligada a vivir como indocumentada en una ciudad, que la pone a prueba día con día, teniendo que trabajar en un hotel de cinco estrellas, donde conoce a Dylan Pemberton, un acaudalado empresario y mujeriego, que le propondrá un trato que ella no podrá resistir, convirtiéndola en su esposa, para que él pueda lograr su meta de expandir su negocio. Pero, el pasado regresa y Valery tendrá que afrontar a su hermanastro un hombre cruel que la amenazó de muerte y ahora, la hostiga en el presente, con tal de echar abajo su futuro al lado del hombre que poco a poco se está ganando su corazón. Una relación falsa movida por trato, será la receta perfecta para domar a un mujeriego o para convencer a una de que puede volver a confiar en alguien, en medio de un mar de intrigas y una apuesta a jugarse a todo o nada, con tal de vencer a su contrincante y llevar a Valery a encontrar la felicidad. La suerte está echada y Valery no está dispuesta a ser engañada nunca más, en cambio, Dylan está dispuesto a todo, incluso a jugar sucio, con tal de conquistarla.
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Será mejor que no te encontremos, Valery, si es que aprecias tu vida.
Me despierto muy asustada, todavía con la voz de Neil McCain en mi cabeza, y entonces, me doy cuenta de que hay un bebé llorando.
― ¿Podrías ir a cubrir mi puesto en el hotel? ―me pide Maggie, angustiada, mientras trata de consolar a su pequeña hija―Eliana está enferma y no puedo ir y tuve que gastarme el dinero de la renta en medicinas, pero esta mañana vino el casero a cobrar y no han pagado―añade toda nerviosa―Amelie no me pagará si mi puesto no es cubierto hoy, así que, ve, ¿quieres?
―Pero, es mi día libre―le digo, todavía pasándome la mano por los ojos y ahora la miro y me da pena por ella―está bien, iré―acepto su propuesta y veo el reloj― ¡qué tarde es! ―le digo y me levanto para arreglarme de inmediato.
― ¡Apúrate, por favor, antes de que me eche por no ir! ―me suplica y tiene razón, porque nuestra jefa en el hotel, Amelie, es una mujer sin corazón.
En cuanto llego al trabajo, voy directo a mi carrito de limpieza, a surtirlos con los artículos para el aseo, toallas limpias y demás, para las habitaciones, porque soy una mucama de un hotel cinco estrellas, el único de esta ciudad que le da empleo a gente indocumentada, como Maggie, mi compañera de cuarto, o a mí.
― ¡Llegas tarde! ―me dice Amelie, en cuanto me ve arreglando mi carrito y yo respiro profundo.
―Lo siento, señora Amelie―le respondo toda nerviosa―como sabe, hoy era mi día libre y…―trato de decir, pero me interrumpe.
―Silencio―me espeta toda molesta―no me interesa a qué tratos hayas llegado con Margaret, solo sé que tú siempre te has creído una princesita, y aquí tenemos un horario estricto, así que empieza de una buena vez a limpiar las habitaciones de tu piso, antes de que lleguen los nuevos huéspedes―me canta la cartilla y solo me queda callarme.
Entonces, ella me mueve la barbilla de un lado a otro con violencia.
―Veo que todavía no te acostumbras al trabajo duro, tu cara sigue viéndose tersa, con tus bonitos ojos verdes y tus manos―ahora me aprieta los dedos de mis manos adoloridas―todavía están suaves y delicadas, así que necesitas más turnos, para que te adaptes a tu vida de mucama―añade y yo la miro y quisiera contestarle como se debe, pero me contengo, porque, después de todo, aquí soy una simple sirvienta en un enorme hotel.
―Desde luego, señora Amelie―le digo y contengo mi rabia, por todas las humillaciones que recibo aquí.
―Recuerda que eres una indocumentada y que me tienes que agradecer por el trabajo que te doy―se burla de mí y quiero llorar, pero me contengo.
―Por supuesto, señora Amelie―le respondo y trago en seco y ella me mira de reojo.
―Por cierto, hoy vino alguien preguntando por ti, un chico muy guapo, debo confesar―me comenta y me hace un bufido―te lo advierto, aquí solo se viene a trabajar de mucama y si quieres ganar dinero con hombres, debes buscarte otro lugar―me trata como si yo fuera una cualquiera, así que contengo las lágrimas.
―Claro que no, señora Amelie―le respondo y en cuanto ella hace inspección de mi carrito, para ver que no me estoy llevando nada de contrabando, me deja ir y corro hasta el elevador, para no llorar frente a ella.
Entonces, llegando a mi piso, empiezo a limpiar las habitaciones de la lista, tratando de no equivocarme y que todavía esté ocupada por algún huésped que se haya quedado tarde.
Si tan solo estuviera en mi país, creo que las cosas serían diferentes, pero tuve que huir, porque mi hermanastro, Neil, me amenazó de muerte, justo cuando me recibió en el aeropuerto, debido a que regresaba de Dinamarca, en donde estaba estudiando.
Iba al funeral de mi padre, pero él me lo impidió, me dijo que me largara o me mataría, así que no pude ni salir del aeropuerto y compré un pasaje para venir aquí, donde me podía quedar por seis meses, gracias a mi visa, pero eso fue ya hace tanto tiempo, que no vale la pena lamentarse.
Ahora estoy casi a punto de terminar mi trabajo, cuando se abre el elevador y quedo echa de hielo, por la persona que va saliendo de él, alguien que conozco muy bien, Neil, la persona de mis pesadillas, quien me amenaza cada noche y me tiene aterrada.
Pero no pierdo mi tiempo y busco la primera puerta que encuentro y utilizo mi llave maestra para abrir y así esconderme, dejando mi carrito de limpieza afuera, como las mucamas solemos dejarlos en el pasillo para hacer nuestro trabajo.
Entonces, me doy cuenta de que la habitación no está vacía, que hay un hombre que está semi desnudo y mirando hacia la ventana, mientras discute acaloradamente con alguien en el teléfono.
―Pero es que no sé qué demonios te pasó por la cabeza, cuando me mandaste a una tipa como esa, Sheldon―le reclama a alguien y estoy que trago en seco―no parecieras mi asistente, después de conocerme por tanto tiempo―le espeta y yo tiemblo.
“Oh, no, está hecho una furia y me puede acusar con Amelie”, me digo preocupada, porque este señor puede poner una queja en mi contra, por meterme en su habitación, mientras está aquí.
―Pues, qué más, yo quería a una actriz y me has enviado a una tipa que parece la esposa de un verdulero, no la mujer de un empresario―le espeta al asistente.
Ahora sí que quisiera salir de este lugar, pero está en peligro mi vida, con mi hermanastro allá afuera, así que trato de no hacer ruido.
―Claro que sí, me acosté con ella, y fue por eso por lo que perdí el ferri para ir a la isla donde se está haciendo la reunión, así que tendré que esperar hasta ma…―sigue gritando al teléfono, pero, entonces, se voltea y me mira de pie a cabeza, mientras tiemblo como una hoja.
El hombre debe estar entre los treinta y cuarenta años, con cabello negro, igual al mío, pero con unos hermosos ojos azules, pero eso no es lo que está haciendo que mi corazón comience a palpitar como un desesperado, sino él enorme torso con músculos bien definidos que me hace tragar en seco.
Un hombre muy sexy, que está mirándome con el ceño fruncido.
―Pero ¿qué demonios haces aquí? ―me espeta y ahora no sé qué hacer, sin embargo, también parece que tiene una genuina curiosidad por mí.
Pero su voz hace que sude de pie a cabeza y no sé si es por lo que dice o cómo me lo dice, ya que su tono es fuerte, pero sensual, de esas voces de locutor que te derriten de solo escucharlas.
―Yo fui claro cuando dije que me iba a ir hasta más tarde, pero estoy rodeado de ineptos, ¿verdad, Sheldon? ―sigue hablando por teléfono, aunque continúa observándome como si quisiera descargar toda su ira sobre mí, sin embargo, lo veo levantar una ceja en mi dirección.
―Lo siento, señor, no quise importunarlo, es solo que me confundí, le pido mil disculpas, me iré de inmediato―trato de justificarme, sin embargo, él me sigue observando, como si fuera una especie de enigma indescifrable, lo cual no ayuda para nada con mis nervios.
―Creo que encontré la solución a todo este problema, Sheldon, por cierto, una linda solución, además de bien educada, al parecer―sigue hablando en el teléfono, con una sonrisa en los labios, en lugar de un ceño fruncido.
Y por la manera en que me mira, creo que está hablando de mí.
―Te llamaré luego, a ver si arreglo tu desastre de una buena vez―indica y cierra la llamada de inmediato.
Y ahora trago en seco, porque supongo que ahora sí que me voy a quedar sin trabajo, cuando este señor ponga su queja allá en el mostrador del vestíbulo principal del hotel.
―Tú me puedes servir para lo que necesito hacer―me dice y de inmediato se acerca y levanta mi barbilla.
Su aliento está rozando mi mejilla, lo que me hace temblar.
―No pareces mucama―señala todavía evaluándome, como si fuera ganado y no conforme con eso, se va directo a un armario y saca un vestido de gala y lo pone frente a mí.
Tal parece que este hombre quiere que sea una especie de ramera, lo cual me hace resoplar con fuerza.
―Creo que sí que me puedes servir―señala y luego me toma del brazo inesperadamente y me hace girar sobre mis pies―perfecta, eres exactamente lo que necesito―añade.
―Pues, no sé qué se ha creído usted que soy, pero no estoy dispuesta a hacer eso que usted pretende― le espeto muy indignada.
―Te pagaré muy bien, claro está―me dice, lo cual me indigna aún más, porque eso no está bien y de seguro mi padre se revolcaría en su tumba si es que hago una cosa como esa.
Entonces, alguien toca a la puerta y trago en seco, pero el huésped decide dejarme tranquila por un momento y ver quién está tocando con tanta insistencia.
―Pero ¿qué haces por aquí, tú, Neil McCain? ―espeta molesto, pero, al escuchar el nombre de mi hermanastro, me escondo de inmediato en el baño, por temor a que me vea.
~~~ Un año después. Valery. ―A ver, como está la bebé―dice Maggie de manera juguetona, cuando carga entre sus brazos a mi pequeña Valery, quien tiene a penas dos meses de nacida. Puedo decir con mucho orgullo que ya llevo dos hijos, mi pequeño Curtis Dylan (el Dylan fue por mucha insistencia de su padre), y mi pequeña Valery Andrea (el Andrea es por un nombre que vi en una novela y se me quedó grabado), a los cuales amo con todo mi corazón. Tal parece que Dylan puso mucho empeño en nuestro siguiente hijo, justo antes de que se me ocurriera ir al ginecólogo, y es que creo que ella fue concebida en nuestro viaje a Guam, cuando estaba convencida de que no caería en sus brazos. ¡Ja! Pero, qué ilusa fui, porque si hay una cosa que nunca he podido negar es mi amor por él, a pesar de que me creía traicionada. Sin embargo, trataré de tomarme esto de tener hijos con más calma, así que estaré muy al pendiente de esa cita esta vez, y tomaré anticonceptivos al menos un par de años, cuando
Nos ha tomado un mes entero a Dylan y a mí preparar todo para este viaje, uno que me pondrá en paz con mi pasado, solamente para ver mi futuro con mejores ojos, al lado de mi recién encontrada familia.Es que Dylan ha estado ocupado atendiendo el tema de la compra de las acciones de los Clarkson, quienes pidieron que el nombre del consorcio fuera cambiado y, desde luego, los hermanos Pemberton estuvieron de acuerdo, así que ahora se llama simplemente, el consorcio Pemberton.Chelsea ha tomado un papel protagónico en todo lo referente a la administración de la villa, la cual ya no es tan exclusiva, sin embargo, sigue manejándose como una pequeña ciudad privada, pero se ha diversificado a un público exclusivo y hasta se ha planificado colocar varios hoteles de cadenas muy reconocidas a nivel mundial, además de algunas atracciones turísticas y parques de juegos.Pero, por supuesto, todo eso está en los planos y hay que esperar a que inicien las obras.En cuanto a Martínez y mi salida del
Pero es Martínez quien se abalanza sobre él y lo mantiene en el suelo, inmovilizándolo de pies y manos.― ¡Quieto ahí! ―le dice, mientras lo levanta y entonces, mira a todos a su alrededor―pero ¿qué esperan? ―les indican a Dylan y a sus hermanos, quienes lo miran con el ceño fruncido―consigan una soga―les pide y ellos lo miran extrañado.―Pero, si eres policía y deberías tener unas esposas o algo así―le comenta Neil, que hasta ese momento estaba callado, como si no quisiera que nada de lo que ha visto y oído le afectara, sin embargo, ahora que todo ha pasado, creo que le volvió la valentía.―Sí, soy un policía, pero se suponía que me habían traído a pasar unas pequeñas vacaciones, ¿o no era así? ―le responde y pone los ojos en blanco― ¿y entonces, en dónde está la soga? ―les pide nuevamente y como ninguno de ellos está para reaccionar rápido por toda la impresión que deben tener, yo me apresuro a bajar de mi balcón y le llevo la manguera del jardín, que es lo único que asumo puede sup
Entonces, veo que Dylan se aparece en la escena, como si quisiera de alguna manera tomar a Henry Clarkson, para salvar a su hermana, pero es cuando él empieza a retroceder con Chelsea tomada por el cuello y con los brazos bien agarrados, de tal manera que la tiene totalmente inmovilizada.―Créeme, Henry, que no vale la pena lo que estás haciendo, más bien, serénate, que nadie está conspirando en tu contra― le dice mi marido, pero tal parece que Clarkson está algo ebrio, y que su borrachera lo único que está haciendo es confundirlo todavía más.―Sé que todo este paseo y que Dylan anunciara tan abiertamente su intención de salir de viaje fue una provocación para que yo viniera y entonces ustedes presentaran a Chelsea―señala, desvariando como nunca pensé que un hombre tan centrado y de cabeza fría como él pudiera hacerlo.―Pues, a mi no me importa, Henry, porque eres un traidor a tu mejor amigo, uno que confió en ti a tal punto en que eran socios en ambas empresas―le indica esta vez Chel
Entonces, siento cómo Dylan me alcanza y ambos estallamos de placer juntos, lo cual sigue sintiéndose como la cosa más maravillosa de todas, así que nos reímos como un par de locos.― ¿Y fue cómo lo recordabas? ―me indica esta vez mi absoluta e indiscutible marido, uno que quiero conmigo hasta el final de mis días.―Mucho mejor de lo que lo recuerdo―le digo y le doy un beso tierno―o quizás, no, y en realidad vas a tener que recordármelo nuevamente―le digo de lo más risueña y él me ataca a besos.~~~A la mañana siguiente, Dylan y yo nos despertamos con el sol saliendo por el mar, una vista de lo más maravillosa, cortesía de mi marido rico, uno que me hace realidad todas mis fantasías. Y hablando de fantasías, una de ellas era amanecer entre sus brazos, algo que estoy haciendo en este mismo momento.―Hola, corazón―me dice y me da un beso en los labios, el cual le correspondo―no tenemos que levantarnos, si no queremos, porque podemos pedir que nos traigan el desayuno―me dice y yo lo mi
El documento que me ha entregado Dylan no es lo que yo estaba esperando, en donde le estaría entregando Zapatos LX a Neil McCain y a su madre Aby.No, este documento habla de un poder en donde Dylan estaría tomando decisiones en mi nombre, con respecto a esa empresa, algo que de alguna manera me deja más tranquila, sin embargo, sigue habiendo una pequeña espinita que me está incomodando en el fondo.―Pues, ningunos términos de rendición, pequeño Don Juan, porque esto no dice cuáles fueron las decisiones que tomaste en mi nombre―le digo, colocando una mano en frente de él, quien se ríe con ganas.―Corazón, cuando yo digo que he ganado, es porque lo he hecho y tú deberías creer en mi palabra―me dice y se corre para atrás dos pasos, exactamente en el punto en donde dejó su teléfono y vuelve a hacer lo mismo de hace un rato, buscando no sé qué cosa en él, para luego enviarme un correo electrónico con un folder comprimido, en donde se encuentran informes detallados de Zapatos LX de cada me
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