Jim se acercó un poco más y le susurró al oído: —Amira, ¿recuerdas el lugar donde se efectuó la subasta? ¿Recuerdas cómo se llama? ¿O si llegaste a ver algo durante el camino, el nombre de una calle o algo parecido? —preguntó con ansiedad.
Amira se secó las lágrimas con el dorso de la mano y respondió: —No Jim, disculpa por no poder ayudarte, pero no sé dónde queda, nunca había estado en ese lugar. Pero escuché a Assim hablar por teléfono y mencionar algo llamado como "El Jety"... No se si sea el nombre de ese horrible lugar.
Jim la interrumpió repentinamente: —¡El Jety! Creo saber dónde es —sus ojos se iluminaron momentáneamente antes de que Assim se acercara.
—Jim, lárgate. Necesito hablar con mi mujer —ordenó Assim frunciendo el ceño con severidad, clavando la mirada hacia Jim.
Mientras Jim se alejaba en su silla de ruedas, Assim se inclinó hacia Amira: —Quería informarte que ya vendieron los órganos de Emilio y su familia...Tú esposo ha ganado mucho dinero el día de hoy —su voz goteaba crueldad.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Amira. Su corazón palpitaba con fuerza mientras sus manos se entumecían por el frío que la invadía. —¿Por qué me dices esto, Assim? ¿No fue suficiente con el tormento de ayer? ¿De verdad disfrutas ver mi sufrimiento? —sus ojos brillaban de dolor, cada rasgo de su rostro pálido reflejaba agonía.
Assim tomó un lento sorbo de vino antes de acariciarle el rostro con falsa ternura: — Amira… mi querida Amira. Si disfrutara tu sufrimiento, te descuartizaría en pedazos minúsculos hasta que dejases de respirar, y luego alimentaría a los cerdos con tus restos —esbozó una sonrisa grotesca antes de retirarse.
Amira quedó petrificada, la mirada perdida en el vacío, consumida por el horror de sus palabras. Sabía que ni su embarazo la protegería del maltrato físico y psicológico de Assim. Perdía toda esperanza de escapar de aquel infierno cuando, acariciando su vientre, las lágrimas nublaron su visión.
Minutos después, la señora Ligia apareció con una jarra de jugo de naranja. Mientras servía un vaso con una sonrisa discreta, murmuró: —No me mires, hija. En tu armario, dentro de la chaqueta azul, dejé una llave que abre la puerta trasera de la casa. Guárdala bien. Pronto tendrás más información —terminó de servir mientras Jim, oculto tras un muro, observaba y escuchaba sin ser visto antes de que Ligia se dirigiera rápidamente a la cocina.
Un rayo de esperanza iluminó el corazón de Amira. No estaba sola. Con la ayuda de Ligia, tal vez podría escapar de aquella pesadilla. Acariciando su vientre, susurró: —Pronto saldremos de aquí, mi amor. Mamá no permitirá que crezcas en este infierno. Iremos lejos de este lugar —una sonrisa frágil asomó entre sus lágrimas.
De repente, Jim se acercó con preocupación: —Amira... sin querer escuché tu conversación con la señora Ligia. Dime, ¿realmente confías en ella?
—Ya no sé qué pensar, Jim… Aunque no debería confiar en ella, es la única esperanza que me queda para salir de este infierno. Realmente no tengo otra opción.
—¿Y si Assim se entera? Sabes que podría matar a esa señora… y a ti también.
—Lo sé… Pero siento, muy dentro de mí, que esta vez será diferente y creo que vale la pena arriesgarme—asintió con una mirada frágil.
—Por favor, Amira, cuídate mucho… —dijo Jim, visiblemente conmovido.
Amira se dirigió a su cuarto, tomó la llave que le había dejado la señora Ligia y la escondió en un oso de peluche que Emilio le había regalado.
Al día siguiente, Assim irrumpió en la habitación, completamente furioso. Despertó a Amira con un fuerte tirón de cabello y la arrojó contra el suelo sin contemplación.
—¡Que entre la señora Ligia! —ordenó con voz helada.
Al obedecer, el hombre también la agarró del pelo y la lanzó junto a Amira, lastimando fuertemente sus rodillas y brazos. Ambas, temblorosas, intercambiaron una mirada de terror, sin saber qué sería de ellas en ese instante. Assim colocó una silla frente a ellas, se sentó y las observó con una sonrisa siniestra.
—¿Creyeron que podrían burlarse de mí? Lo que no recuerdan es que aquí tengo ojos que ven por mí y oídos que escuchan por mí. ¡Nada ocurre en esta casa sin que yo lo sepa! Nadie sale de aquí… a menos que sea en pedazos. —Volteó hacia Amira, clavándole la mirada—. ¿De verdad quieres morir? Porque cada día me demuestras que lo único que deseas es que venda tus órganos y te descuartice para alimentar a mis cerdos. ¡Eso es lo que buscas, zorra asquerosa!
Amira, paralizada por el miedo, sintió que las lágrimas le quemaban las mejillas. Se arrodilló, suplicante:
—Assim, no sé de qué estás hablando… ¡Por favor, no me hagas daño! ¡Hazlo por nuestro hijo! —Su cuerpo entero temblaba, incapaz de controlar el pánico.
—Ah, ¿conque no sabes qué pasa? —Se inclinó hacia la señora Ligia— ¡Dile a esta perra lo que esta sucediendo!
La señora Ligia, entre sollozos y con la voz quebrada, balbuceó:
—Mi niña… Lo siento mucho… No sé cómo se enteró, pero cuando lo hizo, no tuve opción… Él me obligó a confesar todo. ¡Dijo que mataría a mi hijo si no lo hacía! Y no supe que hacer, tuve mucho miedo, no quería que lastimara a mi hijo —continúa llorando— Por favor, perdóname, hija… ¡Perdóname! —Se desplomó, golpeando el suelo con las manos y la frente, ahogada en llanto.
Amira la miró, confundida. ¿Quién más podría haberla traicionado? Con un gesto de resignación, respiro profundo e intentó ayudarla a levantarse. Ella ya sabia lo que le esperaba de parte de Assim.
—Tranquila, señora Ligia… No fue su culpa. La culpable soy yo. No hay nada que perdonar. Asi que por favor levántese, no tiene que hacer esto— contuvo sus lagrimas como pudo, tratando de mostrar fuerza a la selora Ligia.
Sabía que era inútil luchar. Assim era imparable, capaz incluso de asesinar a su propio hijo. Con el corazón encogido, alzó la mirada hacia él, llena de terror, y susurró:
—¡Por favor, Assim! Haz lo que quieras conmigo, pero no le hagas daño a la señora Ligia... Te lo ruego... Ella no tiene culpa de nada. Fui yo quien la obligó a ayudarme. ¡Solo yo debo pagar por esto!Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas mientras comprendía que, por su culpa, la señora Ligia moriría.Él rompió en una carcajada cruel:—¡Cállate la boca, zorra! Tú no me dirás lo que debo hacer. Pronto recibirás un... regalito especial — añadió con una sonrisa sádica mientras se levantaba de la silla. Agarró brutalmente del brazo a la señora Ligia y escupió—: Espero que jugar a la heroína te haya servido de algo... Traidora.Sin mostrar la más mínima emoción, arrastró a la señora Ligia hacia la puerta.Amira, presa del pánico, se aferró rápidamente al pantalón de Assim con todas sus fuerzas, tratando de sostenerlo mientras gritaba llena de dolor.—¡No lo hagas! ¡Te suplico que no la lastimes! — imploró entre sollozos, pero fue completamente inútil.Assim salió del cuarto si
—Cuando ese hombre horrible asesinó a Laura... te vi asomarte por esa puerta. Sentí ganas de correr en ese instante, pero sabía que no lo lograría. Mientras se llevaban el cuerpo de Laura, vi una puerta a un costado. Luego, esos hombres nos llevaron a un pasillo, y en ese momento pude escabullirme hacia la puerta. Entré, corrí como loca buscando esta habitación... pero debo marcharme. Sé que me están buscando. ¡Por favor, dime cómo puedo salir de este lugar! —preguntó desesperadamente, sin dejar de mirar hacia la puerta.Amira la observó y luego bajó la mirada antes de responder:—Lo siento. Llevo años encerrada en este infierno y no he podido salir. La última vez que lo intenté, asesinaron a Emilio... el único hombre que me había tratado con respeto y cariño en esta casa —dijo, mientras sus ojos se entristecían.La joven se levantó completamente alterada:—¡Eso no es posible! Debe haber una salida. ¡No me mientas! Dime cómo puedo salir de este lugar.Amira se levantó rápidamente y se
La mujer volvió su mirada hacia las chicas hasta mirar a una de ellas que negaba con la cabeza, suplicando en silencio que no hablara, pero fue inútil. La mujer con lágrimas en los ojos respiro profundo, y sin importar nada más tomo su decisión y hablo.—Fue Anna —volteó la mirada hacia ella, dejándola en evidencia frente a Assim. Anna clavo su mirada en la joven y, con veneno en la voz, escupió:—¡Eres una puta! ¡Te pudrirás en el infierno, zorra!Assim observó firmemente a la joven antes de pronunciar: —Bien hecho. Gracias por tus servicios. —Empuño su arma y le dispara en la cabeza de inmediato, sin pensarlo. La sangre salpico a las demás, que quedaron paralizadas por el shock en ese instante, luego con una voz fría y una mirad vacía, espeto. —No confío en las chismosas lambonas como esta. Luego su atención se volvió hacia Anna, que temblaba desesperada, llena de miedo y cubierta de sangre: —¡Por favor, señor! ¡Se lo suplico! no me mate. Yo no ayudé a Hansel. Yo le dije que no
Pero ella no reaccionaba. En él se notaba la desesperación y preocupación al ver a su gran amor de la infancia en esas condiciones inhumanas. Al tomarle el pulso, noto que era débil. Sin pensarlo, la levantó en sus brazos y corrió hacia la puerta para llevarla a un hospital.Al salir del cuarto, Sam lo intercepto en el pasillo:—Paulo, ¿qué estás haciendo? ¿A dónde la llevas?—¡Esta grave! ¡Necesita un hospital ahora! ¿No ves que está desmayada y ensangrentada? Necesita un médico — asintió con desesperación.—Paulo, no cometas una estupidez. Llévala de vuelta a su cuarto y no te metas en problemas que no te incumben, antes de que…Paulo lo miró con determinación, y lleno de rabia lo interrumpió.—¡Cállate! —rugió Paulo—¿Quién te crees para darme órdenes? No dejaré que ella muera…No sé qué hace aquí, pero la sacaré de inmediato de este lugar.Paulo, desesperado, se giró para marcharse, pero un golpe de pistola en su cráneo lo derribo, cayendo al suelo desmayado junto a ella. Sam recogi
—Paulo, dime qué está pasando. ¿Por qué Assim dice que eres su hijo? —Las lágrimas resbalaban por su rostro, mientras el nerviosismo la invadía y sus esperanzas se desmoronaban.—Lo siento, Amira…—¡Cállate! —Amira lo interrumpió con voz temblorosa—. ¿Todo este tiempo has sabido lo que tu padre me ha hecho y nunca hiciste nada? ¡Eres un desgraciado, igual que tu padre!—Amira, por favor, detente. Déjame explicarte. Yo no sabía que eras la esposa de mi padre ni que estabas asi, en estas condiciones… —Luego volteó a mirar a su padre con los ojos llenos de traición —. ¿Por qué nunca me dijiste que te habías casado? ¿Por qué le has hecho esto a ella?Assim se acercó a Amira, deslizando su brazo alrededor de su espalda con falsa ternura:—Lamento no haberte invitado a nuestra boda, hijo. Estabas tan ocupado estudiando en Italia que no quisimos distraerte. Además, ella está perfectamente bien —miró a Amira con una sonrisa forzada—. ¿Verdad, cariño? —La miró mientras sonreía.Amira observó a
—Perdona, Amira. Sabía que estabas despierta; te escuché cantar hace rato. Por cierto, ya se me había olvidado lo hermoso que cantas. Ella lo interrumpió, seca:—Ya basta, Paulo. Dime, ¿qué quieres? —Solo vine a traerte algo de comer —extendió las bolsas—. Debes alimentarte. —Bien, gracias. Ya puedes irte.Paulo dio un paso adelante, acercándose a ella, y con voz angustiada dijo:—Amira, por favor, debes creerme. No sabía que mi padre se había casado, y menos contigo. ¡Juro que no sabía nada! ¿Por qué permitiste eso? ¿Él te obligó a casarte? —Ya no importa, Paulo... Por favor, vete antes de que llegue tu padre —respondió con ojos entristecidos. —Por favor Amira, déjame ayudarte. Necesito saber qué ha pasado todo este tiempo. Dime, ¿qué te ha hecho mi padre? —¿Para qué quieres saberlo? ¿Realmente quieres conocer al monstruo que es tu padre? —Se giró hacia él, dejando caer la cobija. Paulo observó las vendas en sus manos y muñecas, y con voz preocupada, preguntó:—¿Qué te pasó?
La barbilla de Amira temblaba mientras procesaba las palabras de su padre, ella estaba muriendo por dentro, su pecho se encogía bruscamente siendo doloroso —Por favor— les suplico, pero pudo ver en sus ojos que ya no había marcha atrás—Lo siento mucho, hija, pero la decisión ya está tomada y no puedo echarme atrás. Ya hablamos con el señor, y él está por llegar. Así podrás conocerlo. Te prometo que no te pasará nada, hija. Estarás muy bien. El señor Assim es una buena persona, y sé que cuidará de ti—sus ojos reflejaban el dolor que sentía por la decisión que su esposa lo llevo a tomarAmira miro a su padre a los ojos y pudo ver que, en él, se reflejaba el mismo dolor que ella estaba sintiendo, pero aun sabiendo lo que pasaría con ese matrimonio, ella no podía aceptar esa decisión, sabía que su madrastra quería cortarle las alas, ya que, al casarse con ese hombre, toda su vida ya planeada se derrumbaría hasta los escombrosLa puerta sonó y el sonido hizo que los latidos del corazón de
—No vuelvas a buscarme nunca más, zorra mentirosa. —Se marchó con el peso de la culpa sobre sus hombros, sabiendo que Amira jamás lo perdonaría. Con el corazón destrozado, Amira salió corriendo, sumida en un dolor insoportable. Quería cancelar la boda, desaparecer de todas sus vidas... Pero luego se detuvo. Tal vez casarse era la solución: nunca más tendría que ver el rostro de su madrastra o de su traidora media hermana. Además, ahora no sentiría remordimientos por dejar atrás al hombre que amaba, quien resultó ser un vil mentiroso. Secó sus lágrimas con determinación y continuó con los preparativos nupciales. La boda se celebró exactamente como Amira siempre la había soñado... excepto por el hombre a su lado. Aunque la ceremonia era perfecta, la ausencia de amor verdadero la hacía sentirse vacía. Sin embargo, siguió adelante, convencida de que era lo mejor para su futuro. Al mirar a Assim, su nuevo esposo, contuvo un sollozo. Ahora estaba atada a un hombre que bien podría ser su