El comienzo de una verdad.
Ninguno dijo buenos días al entrar a la cocina, aunque Lass estaba más confiada, no podía negar el temor, Arturo terminó de masticar y les habló
—¿Podrían decir, buenos días, cuando llegaron? No les costaba nada— Lass respira profundo y entra su cabello detrás de sus orejas.
—lo siento tío, aún estoy algo eufórica por la discusión de anoche—
Ella se levanta de la silla y los observa a todos, Naím está algo cabizbajo y su corazón se estruja, pero disimula muy bien
—Ayer fue un día lleno de sorpresas para mí, Vael y yo habíamos ocultado nuestra relación porque yo se lo pedí así—
Ellos se asombraron un poco, pues para ellos todo era culpa de Vael
—y por eso razón e-él muchas veces actuaba tan desinteresadamente, estaba molesto porque mi culpa, porque me daba miedo que pasara lo qué pasó justo anoche. Tanto como Vael y yo llevamos desde que tengo 18 años ocultando este amor inmenso que no cabe en el pecho, que recorre por la sangre y que es tan sofocante, que no te deja ver los defectos