—¡Al ataque! —rugió Rafe.

La batalla estalló. La manada de Mooncliff arremetió, pero esas criaturas no morían con heridas normales. Sus cuerpos se despedazaban y se recomponían, sus alaridos cada vez más agudos.

—¡Usad plata! —gritó Liora, lanzando rayos de luz desde su báculo. Cada destello que alcanzaba a una criatura la hacía arder y volverse ceniza.

Seraphine levantó la mano, liberando una explosión de energía blanco-negra que abrió un pasillo. La tropa avanzó, pero las raíces de la tierra se cerraban de nuevo.

Fenris lanzó un rugido y su cuerpo creció hasta tomar la forma de un antiguo licántropo. Con sus garras destrozó las raíces gigantes, manteniendo abierto el paso. —¡Avanzad! ¡Yo los detendré!

—¡No! —Seraphine lo miró