Capítulo 43
Apenas pasaban las doce del medio día cuando Leone cruzó el umbral de su casa con Irina dormida entre sus brazos. Él llevaba el ceño fruncido, no porque estuviera enojado, sino por la mezcla de sentimientos que hervían bajo su piel después de lo sucedido. Él sentía impotencia, rabia y ternura a la vez, pero la escena de aquella mañana en la oficina aún se repetía como un eco persistente en su cabeza. No sabía que hubiese sido de Irina si el no llegaba justo en ese momento para ayudarla. Seguramente lo hubiese matado de ser necesario solo por tocarla.
Los empleados del hogar, al verlo entrar de esa manera con la señora en brazos, se detuvieron en seco. Teresa, la joven del servicio, cubrió su boca con una mano por la sorpresa, ya que nunca habían visto al señor Miles de esa forma. Serio, cargando a su esposa dormida como si llevara entre los brazos el cristal más frágil del mundo, aunque por dentro se estuviese reventado de la ira.
— ¿Señor le sucedió algo? — pregunto Ter