Punto de vista MarceloSalí de la empresa con el corazón hecho trizas. No podía imaginarme a Valeria muerta, esa imagen era simplemente inconcebible. Un amor como el nuestro no podía terminar de una forma tan brutal. No, ella tenía que seguir aquí, conmigo. Las lágrimas caían sin descanso por mi rostro, y una angustia insoportable me oprimía el pecho. Sentía como si me hubieran arrancado la vida de golpe, dejándome atrapado en un limbo, sin saber si aún seguía existiendo.—Marcelo, por favor… cálmate, te lo suplico —Edward me rodeaba con los brazos, tan devastado como yo, pero lo que me pedía era casi imposible.—Es que no lo entiendo… ¿por qué Valeria? ¿Por qué tenía que ser justo ella?—La vida a veces es cruel con quienes menos lo merecen. Aún no sabemos nada con certeza.Cuando llegamos al hospital, me lancé a preguntar por ella. Apenas lo hice, un médico emergió desde el fondo de urgencias. Una enfermera le indicó quién era yo, y él se dirigió directamente hacia mí.—Mucho gusto,
Punto de vista Marcelo —Señor Marcelo, un gusto saludarlo. Soy Amanda, la pediatra encargada.—Buenos días, doctora. Muchas gracias… ¿ocurrió algo?—No, tranquilo. Solo quería invitarlo a ver a su hija. Por favor, utilice este equipo de protección, y podrá ingresar.Sus palabras hicieron que mi corazón latiera con fuerza. Ver a mi pequeña era lo único que podía traerme un poco de paz en medio de tanto dolor.Al acercarme a la incubadora, me desmoroné por completo. Era diminuta, frágil, parecía que cabría entera entre mis manos. Las lágrimas comenzaron a caer sin poder contenerlas. Tenía los ojitos cerrados, un tubo de oxígeno salía de su pequeña nariz, y su cuerpecito luchaba por respirar, sostenido por las máquinas que la mantenían con vida.Sentí que el mundo se me venía abajo. No era justo. Ella debía estar aún en el vientre de su madre, creciendo sana y segura, lejos de cualquier amenaza.—¿Le gustaría tocarla? —la voz suave de una enfermera interrumpió mis pensamientos.—Sí... s
Punto de vista Samantha Mi exsuegra era una mujer peligrosa, y no exagero al decirlo. Por suerte, cuando ocurrió lo de Marcelo, estaba de mi lado; de lo contrario, probablemente la que habría terminado en el hospital sería yo. La estaba esperando para tomar un café y conversar. Mis manos temblaban, pero ya no había vuelta atrás.—¡Samantha, cariño! ¿Cómo estás? —Mérida llegó al lugar con la elegancia y frialdad que la caracterizaban, saludándome como si nada grave estuviera ocurriendo.—Un poco nerviosa, la verdad… ¿Y tú? Te ves espectacular.—Lo estoy. Todo marcha según lo previsto. Ayer estuve con Marcelo en el hospital. El pobre está devastado por lo que le pasó a esa estúpida. Deberían haber muerto en el accidente, igual que el chofer. Pero bueno, su final será más lento y doloroso.—¿Entonces… siguen vivas las dos? —pregunté sorprendida. En el fondo, sentí cierto alivio. No había sido parte de la muerte de una niña, aunque también me invadió una amarga sensación de fracaso por n
Punto de vista MarceloLos días seguían pasando, unos más pesados que otros, llenos de una angustia constante en mi pecho. Valeria seguía en coma, y los médicos no daban esperanzas. Decían que, si despertaba, su cuerpo podría quedar marcado para siempre. Pero, sin importar lo que sucediera, siempre estaría a su lado, y también al de Estrella.Así llamé a mi hija, mi preciosa niña, quien a diferencia de Valeria, se recuperaba con una fuerza impresionante. Era una pequeña increíblemente valiente, mucho más fuerte de lo que yo, como su padre, jamás podría ser.Estaba por salir hacia el hospital cuando el timbre de la mansión me sorprendió. Por un momento, casi se me cae la mandíbula al suelo.—Marcelo, ¿cómo estás? —Samantha estaba allí, de pie, con el rostro devastado. Parecía estar pasando por un momento muy difícil.—¿Qué haces aquí, Samantha?—Solo quería hablar contigo. Como sé que no me contestas el teléfono, decidí venir directamente.—¿Qué te hace pensar que si vinieras hasta aqu
Dos meses después Punto de vista Valeria¡Me siento fatal!. Finalmente me van a dar de alta del hospital, pero tendré que usar una silla de ruedas. Marcelo ha sido el hombre más increíble, mostrándome su amor y apoyo sin reservas, pero me duele no poder ofrecerle nada a cambio. Ni siquiera soy capaz de cuidar a mi Estrella como quiero.—¡Hemos llegado a casa, mis princesas! — Marcelo abrió la puerta de la mansión, y fue como si todo un mundo de fantasía hubiera tomado forma en el umbral de la sala. Globos en tonos rosa pastel y una gran variedad de comida adornaban el lugar.Un enorme letrero dorado que decía "Bienvenidos" completaba el esfuerzo de Marcelo, pero lo que realmente me conmovió fue la presencia de personas cercanas.Estaban mi amiga Isa, Teresa, Edward, algunos amigos más, y una cálida bienvenida que me hizo sentir especial.—Mi amor, no debías haberte molestado —le dije a Marcelo, quien se agachó a mi altura y me dio un beso en los labios.—Mi vida, lo único que realmen
Punto de vista Mérida—No puedo soportar que esas dos sigan vivas, Samantha. Tenemos que asegurarnos de que esa relación con Marcelo termine de una vez por todas. —Tomé dos copas y serví una bebida fuerte, pues solo con ella podía liberar mis frustraciones.—Lo sé, querida suegra, yo lo sé mejor que nadie. Pero no se me ocurre cómo hacerlo.—Le sugerí a Rudy, la niñera de la niña, pero todavía no le he encargado nada para acabar con esa mujer.—Mira, Mérida, cuentas conmigo, pero te lo advierto, la única condición es que no le hagas daño a la hija de Marcelo. Tal vez podamos idear algo más para asegurarnos de que él se separe de ella para siempre.—La única solución es eliminar a las dos. —Respondí, con rabia hirviendo dentro de mí. Despreciaba profundamente a Valeria, sentía que era un estorbo que debía desaparecer.—No, claro que no. Hay otras maneras. Matar sería demasiado arriesgado, podríamos ser descubiertas y terminar en prisión por esa inútil.—Lo has dicho tú misma, es una in
Punto de vista Marcelo Cerré la puerta detrás de mi madre. Aunque en los últimos días se había comportado de maravilla conmigo, la tensión entre ella y Valeria era palpable. Suspiré, con mi hija en brazos, y me dirigí hacia mi prometida.—¿Estás bien, mi amor? —Le acaricié la mejilla. Valeria levantó la mirada, algo ausente.—Sí, Marcelo, pero aún no entiendo por qué tu mamá me odia tanto. ¿Sabes por qué? —Su pregunta me puso nervioso, no tenía una respuesta clara.—Valeria, no digas eso, mi amor. Ella no te odia. Cuando estuvimos en el hospital, se preocupó muchísimo por ustedes. Estos últimos meses, me ha brindado su apoyo incondicional —Mis palabras eran un intento de calmarla, no quería que se sintiera mal, mucho menos con la propuesta que tenía para ella.—Marcelo, mi amor, yo te amo, te juro que te amo. Pero en gran parte de ese amor, quiero que seas feliz y te sientas completo. Entiendo perfectamente si tu mamá no quiere que estés conmigo. Es complicado estar con alguien como
Punto de vista Valeria Recostada en la cama, no podía dejar de admirar mi anillo. Brillaba con tal intensidad que parecía un sueño, algo que jamás imaginé que Marcelo me pediría. De hecho, me parecía tan lejano a mi realidad.Extendí la mano lo más alto que pude, sonriendo con los labios apretados. Nadie me veía, ya que Marcelo estaba ocupado asegurándose de que nuestra hija estuviera bien. Además de ser un ser humano increíble, era un padre ejemplar.Mis ojos se iluminaban con el destello del diamante. Aunque sabía que era una joya valiosa, realmente no me importaba si era una imitación o no. Lo que realmente me cautivaba era el amor que Marcelo me brindaba y cómo mi corazón se derretía ante él.—¿Cómo está mi futura esposa? —me preguntó su voz profunda y seductora, sacándome de mis pensamientos.—Estoy tan feliz, siento que estoy viviendo un sueño. Marcelo, me has dado una felicidad que no sé cómo agradecerte. Eres tan bueno, sabes cómo cuidarme.Marcelo tomó mi mano, donde llevaba