Capitulo 25

El jardín estaba preparado como una promesa silenciosa.

No sabía qué esperaba exactamente con aquella cena. No era una cita romántica. No éramos novios, ni amantes, ni siquiera cómplices. Éramos dos desconocidos con una libreta de matrimonio que pesaba más que cualquier anillo. Pero aun así, quise hacer algo diferente. Algo que al menos rompiera el ritmo muerto de los días.

Planeé todo con Agnes desde la mañana, cuidando cada detalle como si se tratara de una visita importante. Me había convertido en anfitriona de mi propia vida, de un matrimonio que se sentía como una obra teatral con guion ajeno.

La mesa estaba puesta bajo el limonero más grande del jardín. Las luces colgantes se balanceaban con la brisa ligera, lanzando sombras cálidas sobre el mantel blanco. El aroma de romero se mezclaba con el dulzor de las flores nocturnas, y sobre la mesa descansaban dos copas vacías esperando ser llenadas, como si tuvieran más fe que yo en lo que estaba por suceder.

Dos botellas de vino, un f
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