La mano de la mamá de Zayd se extendió en mi dirección y la tomé, ella dió pequeñas palmaditas como si fuera su hija.
—Escucha, mi hijo en serio que te ama, pero se encuentra en un momento en el que definitivamente tiene muchos dilemas. Por favor no lo dejes o llegues a pensar en que no te quiere porque te juro que no es así.
—No lo voy a dejar, en serio que sí. Como me hubiera gustado pasar más tiempo con usted, pero evidentemente eso es algo imposible.
—No te preocupes, pequeña. Una parte de mí se encuentra en mis hijos, al cuidarlos y amarlos a ellos, es como si lo hicieras conmigo.
Le di un abrazo y me fui, di una última vuelta antes de salir y la miré. Ella me sonrió con gran cariño y luego de eso dijo adiós.
—¿Estás lista? —Rocío salió a mi encuentro mientras arrastraba una de sus maletas —ya Mateo se hizo cargo de tus cosas.
—Sí, solo necesito despedirme de Maryam y de Zayd —Rocío me miró con el ceño fruncido cuando dije lo último —no me mires así, a pesar de todo no puedo irme