Juniper se sentó a la mesa de la cocina y miró la gruesa carta que había llegado hacía una hora. Aún no la había abierto. Su peso en el pecho le recordaba todo lo que estaba en juego. Su hijo Mason jugaba tranquilamente en la sala, completamente ajeno a los problemas que ella tenía.
La carta en el sobre era de una gran empresa con mucha influencia. Llevaba semanas hablando con ellos y la cabeza le daba vueltas con las consecuencias de su oferta. Estaban ansiosos por adquirir su empresa de diseño, pero costaría mucho dinero: todo lo que había conseguido con su trabajo.
Respiró hondo y abrió el sobre. Sus dedos temblaron un poco al sacar el grueso papel. Por un minuto, las palabras de la página se volvieron borrosas. Los dígitos. Las condiciones. La condición era que tendría que renunciar al control de su empresa y su futuro a cambio de la garantía de que su hijo estaría protegido.
Juniper tragó saliva al pensar en lo difícil que era la decisión. Su mirada se posó en Mason, quien seguía