Conocía el juego de Callum; siempre lo había hecho. Pero esto era diferente; era más que una simple demostración de fuerza. Se trataba de mi hijo.
Leí rápidamente las cláusulas, cada una más ridícula que la anterior, hasta que una me llamó la atención.
Leí en voz alta: «Cláusula 12: Callum Dane tendrá la custodia total del niño, pero Juniper Blake tendrá la atención primaria y la patria potestad». Las palabras me hicieron hervir la sangre.
¿Qué significaba eso? ¿Custodia total, pero a su nombre? Se me aceleró el corazón.
Lo repasé de nuevo, esperando haber pasado algo por alto. Pero no. La tinta era fácil de leer. Callum estaría a cargo de todo, pero yo sería quien criaría a nuestro hijo.
¿De verdad era posible que aceptara eso?
Tiré el papel y me pasé los dedos por el pelo. El estrés dentro de mí crecía como una tormenta de la que no podía escapar. Por un lado, la oferta significaba que tendría dinero y una sensación de seguridad que no había sentido en años. Pero, por otro lado, sig