97. VICTORIA MONTENEGRO
VICTORIA:
Mi tío no me respondió enseguida. Miró por la ventana y pude ver, por la expresión de su rostro, que no quería hablar de ese tema conmigo. Pero no quería seguir siendo ese objetivo débil que todos creían que podían derribar con un soplo. Les demostraría que yo era Victoria Montenegro, hija de dos increíbles personas que habían salido de la nada y creado un imperio.
Mi tío giró lentamente su rostro hacia mí, y pude ver la profunda preocupación que no me permitía descifrar en ella.
—No del todo —respondió mi tío, esquivando directamente mi mirada, temiendo que pudiera leer entre las líneas de su silencio—. Hay cosas que prefiero que no sepas por ahora, Victoria.
Mi pecho se comprimió ante su evasiva y sentí que el calor comenzaba a invadir mis mejillas, una rabia silenciosa que había aprendido a ocultar detrás de una máscara de calma. Era la misma evasiva que había escuchado desde que era niña. Ricardo alzó la mirada del teléfono y se inclinó ligeramente hacia el copilot