VICTORIA:
Miré alrededor buscando a Ricardo instintivamente. Lo llamé desesperadamente sin obtener respuesta. Luego recordé lo que me había dicho Javier y llamé a mi tío mientras no podía dejar de llorar, pero la llamada no se conectaba. Me vestí lo más rápido y abrigada que pude. Salí de la habitación y corrí por los pasillos buscando a mi esposo.
A todo el que le preguntaba, me decían que lo habían visto hace poco, pero cada vez que llegaba al lugar, no estaba. Finalmente llegué al lobby; la recepcionista me miró fijamente: —¿Puedo ayudarla en algo? —preguntó al verme. —Ricardo, ¿has visto a mi esposo Ricardo? —pregunté abrazándome a mí misma por el frío que entraba por la puerta—. Me dijeron que había venido para acá.