VICTORIA:
Ricardo se cruzó de brazos, mirándome fijamente a la espera de mi respuesta. Le sostuve la mirada en silencio, todavía con un montón de preguntas en mi mente que no formulé. Al ver que no lo hacía, su mirada se endureció. Sentí mi garganta tensarse, pero el duelo de miradas debía terminar y decidí ceder.
—Me lo encontré en el pasillo cuando salí de la habitación y tuvimos una interesante conversación donde me dijo que tú me escondías muchas cosas —dije sin dejar de mirarlo.—¿Le creíste? —preguntó, evaluándome con cada movimiento, buscando la más mínima señal de duda.Ricardo soltó un pequeño suspiro que delataba cansancio y que me hizo apretar las manos sobre el borde de la mesa. Su eterno intento de mantenerse imparcial estaba comenzando a desgasta